jueves, 9 de febrero de 2017

Universidad: ACTUALIZATE o MUERE


Estos últimos días han sido días de curro, pero también han sido días en los que me he indignado. En primer lugar por el tema de colegios y los líderes que allí los habitan. Sinceramente hay miedo a decir lo que se piensa, porque hay amenazas y lo de la libertad de expresión es algo simbólico cuando si dices algo “incómodo” te llevan al juzgado con tú propio dinero (porque tú con tu cuota de colegiado les estás pagando los abogados). Es indefensión, pero vamos, como estoy harto, seguramente dentro de poco también haga un post dedicado a estos “individuos”.

Pero el post de hoy va dedicado a la Universidad, y espero ser crítico con todo y todos, incluido el alumnado.



El tema Universidad renace de un post en Facebook de mi colega y amigo Carlos Rios, en el que anima a movilizarse a los alumnos, a ser crítico, a no conformarse con lo que les digan, a fomentar el debate, vamos, a volver a hacer la universidad un centro de conocimiento, un foro para todos con el único objetivo de formar de verdad a los que son el futuro de la sociedad.

En este tema, yo tengo una experiencia personal que me marcó, y marcó un desenlace en el que la universidad no quedo en buena imagen para mi recuerdo. Explicaré porqué.

Mis comienzos en la universidad fueron duros. Trabajaba en correos, y no podía más que asistir a los seminarios de por las tardes. Llevaba muchos años sin estudiar, y mi meta era sacarme medio curso por año, para acabar la diplomatura en 6 años. Y el primer año era feo. A mi me gustaba mucho la nutrición y sobre todo la dietoterapia, pero vamos el primer año era un repaso de ciencias puras, y yo venía de letras, y claro fue un completo desastre. Me presenté a un examen, y lo suspendí.



Después el segundo cuatrimestre la cosa cambió, sí pude ir a clases, y mis notas mejoraron (no podían empeorar, ya que en el primer cuatrimestre no aprobé nada). Realmente no esta especialmente motivado con esas asignaturas, pero me ilusionaba sacarme la carrera que deseaba. En general la motivación de la carrera era más bien baja, y como casi siempre, todo se basaba en estudiar y “vomitar” lo estudiado en el examen.

En  mi opinión personal había mucha paja en el temario y demasiada poca “chica”. En eso en el módulo se ponen muchísimo más las pilas. Recuerdo que en el primer año de FP dábamos todas las clases en el laboratorio, hacíamos mil y una dieta y en el segundo tuvimos tres meses de prácticas en hospitales.

Prácticas en el Hospital de la Vega Baja


Por aquel entonces no había apenas internet ni redes  sociales, y las actualizaciones llegaban con el nuevo Krausse, pero desde luego el módulo me resultó más atractivo que la carrera.
Seguían pasando los años universitarios, y mi motivación seguía siendo baja. Pero en aquel entonces no tenía twitter, no se si lo tendía alguien, y la gente pues creíamos a pies puntillas lo que nos decían los profes, aunque bueno, como en muchas cosas se contradecían, pues casi que no sabíamos ni a quien creer. Sinceramente cualquier curso, master o grado debería empezar con la asignatura de metodología de investigación y a partir de ahí, y ya con herramientas, los alumnos deberían comenzar a debatir. Y de los debates es donde se saca el conocimiento. Y bueno, no solo debatir.

Mis profesores, en su inmensa mayoría no eran dietistas-nutricionistas. El tener la carrera o ser DN para nada es una garantía de conocimiento, ni de ser un profesor motivado, ni de estar actualizado. Pero es en alguien en el que los alumnos se pueden verse reflejados en mayor medida que si nuestros profes son químicos, farmas o médicos. De cualquier manera se necesitan más profes DNs, pero no profes que no han salido de la universidad, sino profes que saben lo que es la realidad, que saben lo que es el mundo laboral, que tienen una amplia experiencia tras de sí, que se lo han tenido que currar y mucho para prosperar. Ellos son los que también deben formar a los alumnos y orientarlos en su futuro, y también motivarlos, porque sí, tenlo claro, se puede vivir de la nutrición, se puede ser un gran profesional, se puede ayudar a cientos de personas incidiendo en su estilo de vida, y sí, tú, estudiante, tu puedes ayudar a cambiar las cosas.



Agitado por el plan Bolonia, mis objetivos en cuanto a la carrera cambiaron. Ya no era posible tener la diplomatura en 6 años, tenía que tenerla en 4 sí o sí, así que tocaba estudiar y coger excedencia. Y ya estaba en mi último año de carrera. Hasta ahí, no habíamos hecho una dieta, no habíamos tenido ni una sola asignatura de deporte ni de nutrición en el deporte(ni la había siquiera como optativa), nada de dietoterapia….pero eso iba a cambiar…era el último año de carrera y llegaban las dietoterapias, llegaba por lo que estaba cursando la carrera, lo que me apasionaba, la nutrición clínica. Eso sí, de metodología de la investigación…na de na.

Y recuerdo ese primer cuatrimestre, copado casi en exclusiva por Deontología, que más que deontología fue derecho penal. Una asignatura feísima con una profesora que conseguía tenernos en tensión a todos con sus exámenes sorpresa y trabajos de fines de semana. No existían fines de semana, eras exclusivos para sus trabajos sin fin. Casi un cuatrimestre tirado por la borda, excepto por un debate que organizamos en esa asignatura, bastante chulo, solo recuerdo trabajo y más trabajo para que hoy día no haya servido de nada.

Y sí, llegaron las dietoterapias. Empecé a buscar en los tratados de nutrición, empecé a aprender que en nutrición no todo es matemáticas, aunque las dietas hubiese que cuadrarlas al detalle. Mi profe de dieto 2, era un antiguo compi y amigo de carrera, Javier. Y aunque seguía al detalle la nutrición basada en mates, tenía una cosa buena. Podías ponerle cualquier tratamiento a un paciente, siempre que lo justificaras con bibliografía. Y eso me gustaba. Estaba un poco harto de las normas fijas del 55-15-30 en el que no te podías pasar del 10% de azúcares simples (frutas/verduras/lácteos y tb azúcar). Y eso, y juntarme con Jasmina, una buena amiga que trabajaba como nadie, me hizo contagiarme un poco y por fin tener ese entusiasmo que me faltaba.

De cena con Jasmina & nutrifrikis


El siguiente año fue el año de las realidades, de las “verdades” que son realmente las que duelen. Ya había terminado mi diplomatura, pero ahora tenía la opción de hacer el curso de adaptación a grado. Y me matriculé. Pero como ya he contado anteriormente en mi blog, empecé a ver las patitas al lobo, y el lobo es la universidad.

Una semana, o 10 días antes del inicio del curso, nos mandan un correo. Decía que las leyes en mi comunidad habían cambiado y que nos iban a hacer pagar una nueva tasa por la convalidación de créditos que iba a resultar en un aumento de las tasas. De 1.000 euros, el curso de adaptación a grado pasaría a costar 2.600.

Yo no he cursado nunca con beca, el dinero de mi carrera lo he pagado con mi sueldo de cartero, y ese dinero era totalmente abusivo para una universidad pública. Ese aumento desproporcionado era lo más sucio que me había pasado en la vida. Y bueno, igual que lo era para mi, también lo era para mis compañeros, y nos movilizamos, salimos en uno de los periódicos locales más importantes, y pusimos a la universidad en el punto de mira. Y ellos intentaron alargar los tiempos, hasta que cediéramos. La lucha había comenzado. 

Primera movilización


Recuerdo la presión a la que algunos profes nos sometían, porque íbamos a clase sin estar matriculados, y nos preguntaban hasta cuando íbamos a estar así. Recuerdo que le contesté a una de ellas, que yo no iba a pagar 2.600 euros por el curso y que vendría todos los días estuviera matriculado o no, hasta que llamaran a seguridad para echarme, porque yo quería seguir formándome.
 
Pero el que la sigue la consigue…y seguimos con nuestras asambleas, hasta que tuvimos que dar el todo por el todo. Como no teníamos nada que perder, y sí mucho que ganar, nos dividimos por grupos y cada uno de los grupos tenía que encargarse de una cosa. Unos prensa, otros radio, otros televisión, otros negociación, y en asamblea decidimos convocar 5 días consecutivos de huelga para la siguiente semana y 5 días de encierro y comunicarlo a todos. 

Y así sucedió, y volvimos a poner el foco en la universidad, salimos en radio y en todos los periódicos locales así como provinciales. Y tras pasar el comunicado a registro y enterarse de lo que habíamos preparado también por los medios, el rector decidió por fin ceder en sus pretensiones y “perdonarnos” 1.200 euros por cabeza. Y sólo pudimos hacerlo gracias a la unión de todos. No hubo nadie que no viniera a las asambleas y que no firmara el manifiesto. Actuar así nos dio la victoria, y las reuniones con vicedecanos y vicerrectores me iluminó sobre la universidad y sus intereses.

Poco interesa la formación de calidad, interesan tener alumnos, cuantos más mejor, y dinero cuanto más mejor. Eso es lo que yo vi de la universidad. Recuerdo la conversación con el actual Decano de mi facultad hablando sobre el rector que más o menos decía esto: “[el rector] subió las tasas para recaudar, y lo que se ha encontrado es un curso con 2 matriculados y una amenaza de huelga y encierro en la universidad”.



Ese año me lo tome como mi año personal. Me esforcé en sacar buenas notas (aunque el temario no me motivase en exceso), y aprendí una asignatura que resultaría clave para mi formación futura, metodología. Ahí nos enseñaron (en general de una manera no muy entretenida) a aprender a aprender. A formarnos por nosotros mismos y a distinguir entre los distintos tipos de estudios y su valor en la “science-based-medicine”(nutrition).  

Ahí seguí dándome cuenta de cómo funcionaba la universidad. Y fue cuando salieron unas plazas para un gabinete de nutrición y me informaron de ello. La verdad es que el sueldo era bastante bajo(bastante inferior al mío), se trabajaba a jornada partida, y era mucho más lejos de mi casa que en mi trabajo de cartero, pero me encantaba la nutrición y no me importaba trabajar más horas por menos dinero y lo intenté.

Y contaba a todo el mundo lo de las plazas que se iban a abrir, e incluso se lo conté a una profe que venía con una doctoranda, y me dijo si podía comer con nosotros. Cuando se lo contaba no mostraba ningún entusiasmo, sino que me miraba algo sería. Era raro en ella. Cuando fue al aseo, la doctoranda me llamo en privado y me dijo: “he visto que te estás haciendo ilusiones con esas plazas. Que sepas que las plazas ya están dadas”.

Y sí, la doctoranda tenía razón, las plazas estaban dadas, y de más de 20 aspirantes, sin siquiera entrevista seleccionaron a los dos candidatos para el puesto (una de ellas, la doctoranda que me lo advirtió muy sinceramente). Me indigne y no solo hice una reclamación a la universidad, sino que anime a hacerla a mis compañeros. Fuimos a registro y que yo sepa a ninguno de nosotros se dignaron en respondernos.

Luego, algunos profesores, en lugar de motivar parecía que desmotivaban. Me encantaba la nutrición clínica, y realmente salí decepcionado ese año, muy cansado y desgastado de tanto luchar (y también estudiar). Indignado con muchas cosas. Con ese desinterés de algunos profes cuando les necesitamos (mande tutorías a todos para pedir ayuda con lo de las tasas), y sobre todo por esa falta de motivación que solían trasmitir. Sinceramente no sentí que se reconociera mi trabajo ese año y vi muchas cosas que, para mi salud mental, hubiese sido mejor no haber visto (ni siquiera cito a los cursos de nutrición clínica patrocinados por Quinton y su agua de mar y el gran Danacol que ayuda a reducir al villano colesterol).



A los pocos meses después, recibí el premio extraordinario por la diplomatura, pero después de pensarlo mucho, decidí no recogerlo. No quería saber nada con la universidad, no quería darle la mano al rector, no quería estar con esa gente.

Y mi paso por la universidad a partir de entonces ha sido testimonial. A algún curso de evidencia, de fibromialgia, a las graduaciones (mientras tanto algunas preguntas incomodas de los profesores con respuestas más incomodas de mi parte hacia ellos) y cuando hemos podido, nos hemos pasado a hablar de nutrición con los alumnos de cuarto curso. Hace un par de años, pudimos hacerlo en clase, sin que se enterasen los profes (o al menos sin que lo informaran), y el curso pasado fuimos vetados y tuvimos que hacer el encuentro en exteriores tras conversaciones algo elevadas de tono con profesores del grado. Mi indignación con la universidad seguía siendo la misma que en ese último año de carrera. Nada había cambiado. 

Y bueno, no puedo deciros si hoy día ha cambiado por fin mi antígua universidad. Tengo amigos que son profes y están bastante actualizados, pero creo que la trasformación que exige la sociedad, una universidad en las que se prime a los mejores, en las que se motive y se forme a los futuros dietistas-nutricionistas, desgraciadamente no ha llegado.

Eso sí, ha surgido una plataforma liderada por mi colega y gran amigo el Pollito (Carlos Rios). Se nota que Carlos tiene la testosterona por las nubes y demuestra su indignación con cosas que siguen pasando en la universidad (y que por lo que parece, seguirán pasando) y que no le gustan ni a él ni a nadie. 

Yo estoy con él en que hay motivos para indignarse y en que no se cómo, pero tenemos que cambiar las cosas. Estoy con él en que lo de los títulos importa mucho menos de lo que pensamos, y un buen profesional se distingue de uno malo, no por el número de cuadros con su nombre que llenan su consulta, sino por las horas de formación y de actualización que dedican a aprender de los mejores, estoy de acuerdo en que la nutrición no pueden ser matemáticas, en que importan más cosas que las calorías, en que por lo que se paga en la universidad, el alumno debe exigir calidad en la enseñanza y no apuntes basados en los 90, comparto la indignación que me produce la antigua AEDN, FEDN y actual academia, sus dirigentes y sus formas, y en que si no se motiva al estudiante, éste difícilmente saldrá adelante. Estoy de acuerdo al 100% en esto: “Comentarios y quejas dispersas por todas las universidades no sirven de nada, necesitamos un plan de actuación y estratégias para empezar a cambiar las clases”. “El inmovilismo procedente del miedo puede que lo eliminemos si todos nos sentimos apoyados y juntos en este problema”. “Combatamos la ignorancia con argumentos, con ciencia”. “La educación debería estar basada en la búsqueda de preguntas, no en la memorización de respuestas”.

Antes de escribir este post, ayer mismo, di otra oportunidad más a las universidades proponiendo una jornada debate sobre nutrición. Y sigo viendo, que eso no interesa a las universidades. Es triste que las universidades españolas estén a la cola en el mundo en calidad. Es triste que algunas veces, si quieres recibir buena formación tengas que recurrir a institutos o a cursos privados (icns, nutriscience, FassThink, centro aleris, etc.).



Mis preguntas son: ¿Estamos dejando la educación y la formación de calidad solo en manos de quién puede pagarla?¿estamos abriendo una brecha, alumnos que siguen a divulgadores de nutrición en redes sociales vs alumnos que solo son informados por la universidad?

Por último si sois estudiantes animaros a uniros a Adinu si lo hay en vuestra universidad o crearlo en caso contrario, y por supuesto os animo a no solo estar, sino a compartir y a sumar en el grupo “Educación real en nutrición”. Pincha aquí para sumarte

Y por último unos consejos a los estudiantes:

Debatir esta bien, dudar esta mejor, pero las formas importan y mucho. El que el profesor no tenga la verdad absoluta no quiere decir que tú si la tengas. Debate desde la humildad, y se sagaz y perspicaz. Si hay profesores que no les gustan tus preguntas, que no les gusta el dialogo, y que te van a complicar la vida, no pierdas tu tiempo con ellos. Éstos son una lacra para el sistema. Uniros e informar a Adinu, al decano/a, y cuando tengáis que evaluarlos no tengáis miedo en suspenderlos.  



Muchas veces la motivación en una carrera donde muchos de los estudiantes están ahí de segundas o de terceras y querían estudiar otra carrera es mínima o nula. Intenta seleccionar tu grupo de amigos. La gente que desmotiva no te ayudará. Júntate con los que quieren cambiar el mundo, los que ven el vaso medio lleno, y los que unen más que dividen.

Las redes sociales son totalmente básicas para estar al día. Sigue a los mejores y aprende de ellos.
No cometas el error de dividir entre vieja y nueva escuela. Aprende de todos lo que te expliquen cosas con argumentos. ´

Escucha al profesor, investiga por tu cuenta, y si hay algo en lo que discrepes, pierde el miedo y pregunta, aporta. Quizás el profe lo agradezca. En la educación todos debemos aprender de todos, también el docente de los alumnos.

En la universidad la socialización es básica. Ten tu grupo, sal, diviértete, pero ten en cuenta que en la vida no te lo van a regalar todo. El que algo quiere algo le cuesta, y ser un buen profesional requiere esfuerzos. En la vida hay más que llevarle la contraria al profesor. No seas un gresca, no dinamites la clase ni crees mal ambiente. Repito: aportar es enriquecer, y no es reventarle la clase al profesor. Aportando sumamos, buscando bulla dividimos.

Y hasta aquí el post dedicado a los estudiantes, los que claramente seréis el futuro de la profesión, los que nos ayudareis a cambiarla y los que espero nos hagáis que seamos un gremio unido por lo que realmente nos une, la nutrición y la salud pública.






1 comentario: